domingo, 15 de febrero de 2015

“En la sociedad están cambiando los modos de leer, de escribir y de saber”

Entrevista con Jesús Martín Barbero



fuente: el monitor
Por Belén Igarzábal*
Jesús Martín Barbero es uno de los principales referentes de la comunicación y la cultura en América Latina, y en Europa. Doctor en Filosofía, nació en España pero desde 1963 vive en Colombia. Es de las mentes más brillantes que conozco. Y la más joven y actual. Tuve la oportunidad (y el privilegio) de entrevistarlo en su propio escritorio en el 2012. Y a pesar de haber leído varios de sus libros y artículos, me volvió a sorprender la lucidez y claridad con que respondió a mis preguntas. Es de esas personas que puede mostrar una mirada diferente o más profunda de los temas que solemos leer o investigar. Uno cree que leyó todo de él y siempre tiene algo más, una vuelta más que sorprende, que interpela.
En esta oportunidad lo entrevisté para este artículo de El Monitor. Quise preguntarle, entre otras cosas, por la situación de la escuela y la educación. Pero, como es su costumbre, su larga respuesta hizo un recorrido que abarcaba no solo a la educación, sino a la sociedad en general, a la historia, a la familia y a los cambios que acontecen y nos atraviesan día a día. Es imposible no sentirse identificado con su relato. Uno de sus conceptos principales en relación al vínculo con los medios es el de reconocimiento, y justamente, eso se ve también en sus teorías, en sus respuestas, uno se reconoce en sus planteos. Habla de educación, de tecnologías, de cambios, del mundo digital y está continuamente hablando de uno, de lo cotidiano, de lo que nos pasa y de lo que nos preguntamos… Y lo hace de manera llana y con humor.
Hacia fines del año 2014, Jesús Martín Barbero estuvo en Buenos Aires, donde ofreció una conferencia en la sede de IBERTIC (OEI), a propósito de la celebración de los 10 años del programa de radio “Las otras voces”, que conduce Silvia Bacher. El comienzo de su charla fue contundente: “Bienvenidos al caos”. Sobre esa idea seguimos indagando en esta conversación.
Usted hace referencia a que estamos atravesando una vuelta al caos ¿qué significa eso?
Antes de que la religión y luego la Ilustración buscara ordenar nuestro mundo, vivíamos en el caos. En varias épocas hubo caos. Pero la ilustración buscó ordenar ese caos. Separó y discriminó. Surgieron las especialidades, las ciencias, que buscaron explicar y ordenar el mundo. Actualmente con los cambios que están aconteciendo, estamos volviendo al caos.Hoy se están terminando las disciplinas separadas. Los saberes se mezclan. Se está reinventando la sociedad a partir de toda la diversidad que se hace visible en el planeta. La diversidad de narrativas, de sensibilidades, los jóvenes que crean y circulan sus creaciones. El mundo digital supone el fin de la hegemonía de la cultura letrada.  Esa cultura que no era para todos. Nuestras culturas latinoamericanas son hijas de la cultura oral, la vida cotidiana es oral. Y la cultura digital viene a terminar con la preponderancia de la palabra escrita. Y así caen muchas de nuestras seguridades.
Y en este contexto de vuelta al caos, ¿cómo ve usted a la escuela?
Hoy día esa es una pregunta que se están haciendo la mayoría de las sociedades. En qué se está convirtiendo la educación cuando es justamente la relación con la lectura, la relación con los adultos, la relación con el saber, lo que está cambiando.
Entonces es una pregunta muy gorda, muy ancha, muy difícil de responder. Hace poco di una conferencia en la primera Bienal Latinoamericana de Infancias y Juventudes[1] en Manizales (Colombia), y la llamé con un título muy extraño, pero que le gustó mucho a mi amigo Omar (Rincón) y por eso me lancé y lo dejé: “Infancia y juventud: de criaturas del tiempo a nómadas del espacio”. Antes la infancia y la juventud eran pequeños estadios de tiempo. El adolescente era un pobre diablo que era un niño que no era mayor pero ya no era niño. No era joven pero ya no era niño. Se definía en términos de tiempo. La adolescencia era una etapa que había que pasar. Pero se decía que los adolescentes de hoy no crecen. Las únicas “no etapas” eran las de niño y anciano. El resto eran etapas, entre otras cosas: la adolescencia y después la juventud.
La juventud es, justamente, la edad que empezó a ser problemática. Hobsbawn planteó frente a todos los marxistas que el mayo del 68 fue la explosión de los días de juventud. Los jóvenes mismos transformaron la idea de juventud. Y tuvo que ver con la idea de bienestar euro norteamericana. Los jóvenes fueron beneficiados por esto. Antes la juventud era una etapa muy precaria y se transformó en una etapa mucho más disfrutadora. Sus padres tenían plata… La cosa cambió.
Entonces… más que hablar de cómo cambia o qué está pasando en la educación lo que tenemos que tener presente es que lo que está cambiando es la sociedad. Y en la sociedad están cambiando los modos de leer, de escribir y de saber. Y si alguien lo ha planteado desde América Latina muy claramente ha sido Alejandro Piscitelli, porque es un hombre que trabajaba sobre formas de saber. La educación es uno de los lugares donde estalla esa vieja manera de entender las cosas. Pero es la sociedad la que está estallando.
¿Y qué lugar tienen las tecnologías en esta transición?
Lo que yo planteo muy bestialmente es que las tecnologías no llegan la escuela como llegan los aparatos. Las tecnologías llegan a partir de las sensibilidades. Las llevan puestas. Silvia Bacher fue la primera que se dio cuenta que la tecnología no son aparatos, son cambios en las sensibilidades, cambios con los papás, con la lectura, con la memoria. Es por todas estas cuestiones que el cambio en la educación no se puede entender solamente desde la educación. La gente joven habita en un mundo nuevo. El mundo digital no es mera tecnología. Volvemos a la oralidad, al caos. El futuro no está delante solamente, está en el pasado también. Se acabó la visión lineal del que todo era para bien, de la idea de progreso. El saber hoy es un interface, es un saber colectivo. El mundo digital no es una tecnología invasiva, es colaborativa, y exige colaboración. Hay un nuevo modo de estar juntos. Como el saber de las brujas que era un saber colectivo. La metáfora actual es la de la interface: entre el saber legitimado y el saber de la experiencia social. Conocer es inventar, no es la repetición disfrazada.
* Directora del Área Comunicación y Cultura de FLACSO Argentina.

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