jueves, 15 de marzo de 2012

Telépolis javier echeverría

Durante la segunda mitad del s. XX se ha ido generando una nueva forma de organización social que tiende a expandirse por todo el planeta transformándolo en una nueva ciudad: Telépolis. Las naciones y los estados van dejando de ser las formas determinantes de la vida social, aunque también conservan una cierta influencia sobre los ciudadanos. Se sustenta en una nueva forma de economía, que convierte a los ámbitos privados en públicos y puede transformar el ocio en trabajo y el consumo en producción.
El escenario principal de la economía telepolista son las casas: allí se generan los capitales y las nuevas mercancías que sustentan el funcionamiento de la nueva ciudad.
Los medios de comunicación y en particular la televisión, constituyen parte de la infraestructura de Telepolis
La nueva polis
El Senado de la República clásica ha sido transferido tal cual al espacio televisivo, la nueva corte existe y ejerce su influencia a través de los medios de comunicación. Las propias iglesias han instituido el teleculto. La pequeña pantalla es el nuevo púlpito donde hablar urbi et orbe. Claro signo de que la polis
está cambiando.
[el 15M usaba los nuevos medios para hacer asambleas virtuales]
Usar el control remoto es como darse un paseo.
Telecompras, a través de Internet y con telemoneda que son las tarjetas de crédito. Salvo en algunas zonas residenciales, cuyas calles y placitas (canales por cable) son privadas, los ámbitos telepúblicos están caracterizados por su fuerte impronta publicitaria.
Los representantes parlamentarios sólo asisten a las aburridas sesiones cuando éstas son retransmitidas en directo.
Así como la Naturaleza se percibe mejor a través de los documentales especializados, o un partido de tenis o de fútbol a través de la pequeña pantalla, asimismo la política está mediatizada hasta tal punto que el auténtico discurso es el gesto televisado, y no la palabra dicha ni el discurso pronunciado. Telépolis ha engendrado necesariamente una telepolítica.
Las empresas industriales ya no son lo que eran a principios de siglo, sino que sus centros de producción, administración y distribución están repartidos por doquier. Las mal llamadas multinacionales son en realidad tele-empresas, que han adaptado su estructura a la de la nueva ciudad.
No solo las empresas ofrecen sus productos principalmente a través de los medios, sino que la gente compra por teléfono o Internet.
La policía también lleva a cabo sus acciones contra la delincuencia mediante la utilización de nuevas tecnológías: desde los pinchazos telefónicos a las cámaras de seguridad que protegen los locales.
Lefebvre resaltaba sus tres funciones sociales básicas: una función informativa, una función simbólica y una función de esparcimiento y encuentro. Hoy estas 3 funciones la cumplen los medios de comunicación. Se puede ser ciudadano activo estando en casa, sin salir a la calle. La opinión pública ya no se forma en la calle. La plaza pública son los medios.
Ningún individuo tiene acceso al conocimiento global. Pese a tanta pantalla hoy por hoy reina la más estricta opacidad. Hay que tener permiso para entrar a algunos lugares, y se necesita formación técnica.
Por ejemplo, la calle pública en Telepolis: la red Internet, ofrece cinco servicios básicos: acceso a catálogos bibliotecarios y de documentación, acceso a bases de datos comerciales,correo electrónico, teleconferencias y boletines y revistas electrónicas. Esta telecalle se calcula que tiene unos tres millones de usuarios:

La economía de la Telepolis

La Telepolis ha surgido gracias a la revolución tecnológica y al desarrollo exponencial de los mercados de información y de las comunicaciones que le dio impulso a la internacionalización de la política y la economía. El mercado ha invadido las casas generando nuevas formas de relación económica.
Muchas formas de ocio han sido transformadas en trabajo productivo. Por ejemplo una familia mira televisión en el living de su casa le da valor al minuto televisivo para la publicidad. Por consumo gratuito a distancia entendemos, en primer lugar, la incorporación de la mercancía al ámbito de las necesidades o de los deseos de los telepolitas. Durante sus horas de ocio o mientras se desplaza al lugar de trabajo, el telepolita consume continuamente telemercancías, y con ello interioriza la estructura vigente en el mercado.
Telépolis subvierte la estructura del mercado, haciendo que el auténtico acto e compra tenga lugar sin gasto de dinero por parte del comprador, aunque sí de tiempo. Las ganancias para las empresas vendrán después
Los espectadores generan una mercancía: el precio del segundo publicitario viene determinado por el nivel de audiencia. La nueva mercancía es el telesegundo. El ocio de los telepolitas se convierte en actividad productiva por medio del telemercado, que conlleva la aparición de nuevas mercancías. Las tasas de audiencia que un determinado profesional o programa arrastra consigo en cada medio de comunicación contribuyen a generar un capital. El tiempo de ocio se ha convertido en tiempo de trabajo sin que reclamemos que se nos pague. “No se vayan” “Ahora volvemos”

El capital de los nombres propios: hoy existe un mercado de los hombres propios con sus propias reglas. La marca Mozart produce diversas mercancías desde chocolates a películas. Las iglesias compiten por gestionar el capital ligado al nombre propio por antonomasia: Dios. Todas esas empresas estan construidas en base a la tele-existencia.

El turismo como consumo productivo: “el ambiente” de una confitería es parte del valor de ir a ese lugar. La esencia del turismo telepolista consiste de nuevo en lograr que el tiempo libre del que disponen los telepolitas sea económicamente productivo.

Telepolítica

Los telepolitas son muy dados a manifestar su opinión sobre cualquiera de los personajes que pululan en la nueva ágora. Por teleopinión entendemos una opinión pública industrialmente producida, conforme a una serie de reglas de fabricación, entre las cuales comentaremos las tres siguientes: 1) las opiniones deben ser colectivas. El modo de pensar del ciudadano individual no interesa, se busca el pensar de la mayoría o de un segmento concreto. 2) las opiniones deben ser emitidas en forma anónima. El juego de la política democrática se basa en que el voto ha de ser secreto. 3) las encuestas deben ser realizadas conforme a cuestionarios previamente elaborados para poder hacer estadísticas.

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